Culpa: imputación a un ser humano
de una determinada acción como consecuencia de su conducta. Tú tienes la culpa de
lo sucedido.
También puedes sentirte culpable como
consecuencia de enjuiciarte. Tengo la culpa de lo sucedido.
Podemos sentir que nos hacen
culpables de una determinada acción y como consecuencia sentir malestar o miedo, o podemos considerarnos culpables sin necesidad de que
nadie nos diga nada o enjuicie.
La culpa es como una losa que cargamos
en nuestras espaldas y que nos dificulta en nuestro avance.
La culpa esta ideada para
hacernos sentir pequeños, vivir como seres humanos desempoderados, bajos de
autoestima y faltos de autovaloración.
El hacer sentir culpable a un ser
humano es una herramienta muy potente para tenerle sometido, incluso retenido
contra su voluntad. Es hacerle creer que está en deuda con otro ser, o con el
mundo, es definitiva es hacerle creer que no merece libertad.
La culpa y miedo nos impiden sentirnos
bien, nos roban energías, nos hacen perder el tiempo, nos impiden llegar a
sentir felicidad, nos impiden disfrutar de vivir.
Centrando la mirada en la autoculpación.
¿Desde dónde aterriza en nosotros
la culpa?
¿Puede ser que un mismo hecho a
un ser humano lo haga sentir culpable y a otro no?
¿Puede ser que la culpa dependa
de nuestras propias creencias?
Si sientes que “el sentir culpa” depende del
programa de creencias que cada ser humano lleva dentro y que ese programa de creencias
depende de donde se nace (país), de donde recibes la educación (clan familiar y social),
y del momento histórico en el que vives la vida. Te invito a rebelarte ante la
culpa, siendo consciente de que la culpa forma parte del programa de creencias
que habita en tu mente.
¿Y para que rebelarte?
Para tener mejor calidad de vida,
para desprenderse de esa losa que no deja avanza, para sentirse libre y en paz, con el objetivo de ser FELIZ.
Una vez que soltamos el lastre de
la culpa hay que embellecer haber vivido con la culpa a cuestas, ella nos hizo
caer en la cuenta que la llevábamos encima. Ella cumplió su trabajo, ella nos
hizo más sabios y nos permitió crecer al mostrase. Así pues, embellecerla en
despedirla con reconocimiento. Agradeciendo su función.
Os dejo dos preguntas a resolver.
¿Y cuál es el paso siguiente para
no volver a caer en autoculpación?
¿Cambiaría algo dejar de valorar
los hechos como buenos o malos y considerarlos como hechos que nos hacen crecer?
Muy buen artículo Juanjo. Esperamos tus respuestas.
ResponderEliminarGracias Juan Carlos, las respuestas a las últimas dos preguntas también las tienes tu.
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