LAS AUTORIDADES Y LAS CREENCIAS QUE RESOPLAN



Nosotros los humanos acabamos revestidos como pared mil veces pintada de muchas creencias. Algunas de ellas pueden llegar a ser tan pesadas, que son de difícil porte.

La creencia en la perfección es una de ellas, ésta se nos cuela por las rendijas de nuestro ser y es soplada por clanes familiares y educativos.

La persona que es manejada por la perfección nunca se siente paz, siempre hay algo que hacer y algo que hacer mejor. Quizá sea un mal, más próximo al primer mundo que al tercero. En el tercer mundo impera la supervivencia.

En nuestro primer mundo, cuando el comer ya no es un tema de vida y muerte, vivimos situaciones que pueden llegar a enfermar nuestro cuerpo, pero esta vez, por una mala alimentación emocional.

Si en el tercer mundo se puede enfermar por una mala alimentación física en el primer mundo una mala alimentación emocional puede llegar a doblegar nuestro cuerpo físico y mental.

La creencia en la perfección, además de hacernos críticos hacia nosotros mismos, nos hace críticos hacia los demás. "Hay de aquel que no haga las cosas como toca". Hay de uno mismo que no hace las cosas como "deberían hacerse". ¿Hay una autoridad dentro de la cabeza, una autoridad interna?

Ahora que invertimos tanta energía en protegernos de algo externo que, según dice el clan de la salud (OMS), nos mata (autoridad externa); ¿es momento de hacer comparativa y reflexión, sobre clanes y las influencias en cada uno de nosotros? ¿Y reflexionar si nos dejamos llevar al 100% por lo que nos hacen creer, pensar y sentir?

Al igual que no podemos hacer de la perfección nuestra bandera de vida, tampoco podemos hacer ley inmutable cualquier creencia por muy autorizada que parezca ser.

En tiempos en que las autoridades externas no se sabe si están o no están, pero sí, que, cuando alguna norma o pauta de vida lleva detrás la palabra "autoridad" ya nos pone firmes, implica reflexión. ¿Hemos sido educado en autoridades? ¿hemos sido educados para obedecer? ¿la palabra autoridad significa que es o son personas que están por encima de los otros? ¿hemos de creerlo todo?

Si un exceso de perfección personal nos puede desequilibrar, un exceso de creer en lo que dicen otros también nos puede dañar. Lo que es dentro es fuera. Formamos parte de un todo y todo está conectado. 

La propuesta es sentir que emoción produce en mi ser todo lo que llega de fuera y por supuesto, de mi interior. Y discernir. Aquello que me suba el ánimo quizá me interese, y aquello que me apague o produzca miedo, ¿no habrá que ponerlo en cuarentena?. 

Nosotros podemos dircernir y acoger lo que nos sirve como verdad y lo que no. Pues la verdad de uno no es la verdad de los otros. Y a veces el egoísmo o las creencias de poco nivel reinan por encima del amor y la compasión por los seres vivos del planeta.

Al igual que no existe un único camino para ir a casa, tampoco hay una única verdad. No hagamos dogma de nuestras verdades o las verdades de los demás. Todo son verdades o mentiras temporales para caminar y nosotros podemos ser los descodificadores de las mismas a través del autoconocimiento personal, la humildad, la compasión y la bondad.



 

PRESENCIA Y VISIBILIDAD



Estar presente en uno mismo es ser consciente del cuerpo y la mente. Es darse cuenta de lo que fluye por la mente en cada instante y con ojos curiosos observar la multitud de pensamientos y emociones que podemos llegar a tener y sentir.

En algunas ocasiones me sorprendo de haber llegado a algún lugar sin apenas sentir el camino, sin ver el vuelo de los pájaros, o el sonido del agua al pasar por un rio.

Estar presente nos puede ayudar a no perdernos en un mar de pensamientos y emociones. Además, nos puede ayudar a aclarar aquello que nos ayuda o nos aúpa a estados emocionales agradables.

La presencia se nutre de muchas maneras, una de ellas puede ser caminar despacito para sentir, caminar con consciencia y con la confianza personal de que lo que vale es el camino y no el punto final. Otra, es meditar con el objetivo de ser el propio observador de los pensamientos.

La presencia personal nos puede ayudar a dar visibilidad a los otros, una visibilidad que ayuda a subir de octavas al ser humano. Visibilizar es reconocer, amar y aceptar.

Estar presente para visibilizar al niño que necesita la mirada de amor de su padre o maestro, estar presente para visibilizar al anciano que al igual que el niño, también necesita de ser visto y reconocido. Visibilizar a tu compañero/a de trabajo con una simple sonrisa que le dice que lo ves.

Pero el mayor regalo que nos podemos hacer es visibilizarnos a nosotros mismos, reconocernos, aceptarnos y amarnos. 

Como dice una amiga "te veo" y solo con esta expresión dentro de mí se activa una emoción agradable y de confianza.

Practiquemos la presencia y la visibilidad.

Feliz día y feliz camino.

LA ENSEÑANZA HOY



Los centros educativos o de formación siempre han sido lugares de transmisión de conocimientos y de creencias grupales e individuales, además, de un lugar de encuentro entre iguales.

Llevamos bastante tiempo fomentando el trabajo en equipo, el aprendizaje colaborativo, el compartir, el ayudarse los unos a los otros en la adquisición de conceptos y habilidades. Además, los docentes impregnamos a los alumnos de nuestra visión de las cosas. Llamémosles creencias.

Los alumnos pueden empatizar o no con ellas. Eso es lo bonito del compartir. El docente si quiere compartir ha de ser consciente que dentro de un grupo pueden haber diferentes sentires y que ha de respetar todas las opiniones. Y que para poder crecer ha de escuchar y no dar por definitiva ninguna creencia, ni científica ni personal. 

Lo que hoy puede ser válido mañana puede que ya no nos sirva. Así que la humildad y el reconocimiento de que todo aquello en lo que apoyamos nuestra vida personal y profesional puede que nos sirva ahora y mañana tengamos que cambiarlo.

Las cosas son impermanentes, las personas también y las creencias, aunque las hacemos durar más, también. Todos son verdades temporales. Por tanto, no las hagamos definitivas.

Mi preocupación en estos momentos, en que yo como docente y muchas más personas empezamos el curso en circunstancias muy especiales, es que no impregnemos a nuestros alumnos de nuestros miedos más profundos, no les transmitamos o intentemos no pasarles todos nuestros temores actuales. La vida es impermanencia, por tanto, esto que vivimos también quedará atrás algún día.

No generemos ansiedad en nuestros alumnos con medidas que van contra la esencia misma del ser humano. Como he dicho antes estábamos en la fase de compartir, de los trabajos en equipo, de la ayuda, de las emociones. Y ahora, parece que volvemos atrás, (espero que sea para coger impulso) y vamos a separarnos, a no compartir, a mantener distancias, a tener la boca tapada. 

Me pregunto, con estás medidas que a mucha gente les parecen oportunas ¿no se van a producir crisis de ansiedad en los niños? La falta de oxigeno, la falta de conctacto, el distanciamiento social, la nula ayuda en el aula entre iguales, y además nuestros miedos personales como seres humanos que somos. ¿No van a generar miedo y dolor en nuestros hijos?

Los niños necesitan de ser mirados, reconocidos, valorados, que aprendan y confíen los unos en los otros. ¿vamos a realizar eso?

En mi humilde opinión, si queremos que nuestros hijos en un futuro construyan un mundo de confianza y solidaridad, nosotros tendremos que ver que hacemos dentro del aula, que les transmitimos y como.