EL AMOR



Hoy escribo sobre el amor y me hago dos preguntas básicas 

¿Qué es el amor? y ¿cómo generar y sentir amor? 

La definición de amor depende de cómo cada ser humano lo entiende y donde lo enfoca. Buscando una definición desde mi sentir el amor es un estado emocional propio donde te sientes muy bien contigo, con otros y con todo lo que te rodea. Además, se ve belleza en uno mismo y en los demás, por encima del papel o estilo de vida que cada ser humano esté interpretando o viviendo. 

El sentir amor hacia uno mismo es el primer paso para empezar a amar, sin amor a uno mismo se complica el poder amar a otros seres humanos. 

Necesitamos de una autoestima de calidad, de derecho propio por el simple hecho de estar vivos, para empezar a amar. 

El amarse a uno mismo es el primer acto de amor necesario para vivir. 

El aprender a amar, el aprender a sentir amor si debería ser una o quizá la principal actividad a realizar en la vida de cada ser humano. 

Centramos nuestra vida en la formación especializada para poder desarrollar una actividad determinada a través de la formación y el aprendizaje. Y dejamos poco espacio para sentir, para sentirnos, para amar y para amarnos. 

El amor es el combustible que enciende la vida de cada ser humano. Pero en muchas ocasiones no sabemos sentirlo, pues no hemos tenido ninguna formación o referentes cercanos sobre el amor. Curiosamente sabemos más de miedo que del amor. 

El miedo a su vez es ausencia de amor. 

Desde nuestro analfabetismo emocional cuesta vivir y sentir el amor. 

En la pureza y la inocencia de los niños antes de ser impregnados por los adultos y el mundo que creamos podemos encontrar el amor, el amor del niño a su madre y a su padre. 

El amor es un estado emocional al que hay que prestar atención, al que dedicar tiempo, al que nutrir con emociones ingrávidas, al que poner como alimento del alma. 

Ser conscientes que para tener una vida emocional de calidad la hemos de alimentar con amor, es un paso de gigante para caminar felices por la vida. 

Los abrazos, los besos, los gestos de cariño, el reconocernos y reconocer, el apreciarnos y apreciar, el amarnos y amar, el mirar con los ojos encendidos de amor a las personas, el mirar con ojos de amor cuando estás enfrente del espejo. Son formas o maneras de generar y alimentar el amor. 

Yo me siento cada día en estado de necesidad sano de sentir y generar amor. Y siento y creo que es el principal nutriente emocional de cualquier ser vivo. 

Y cierro con el deseo de: “Que el amor sea el alimento de nuestro ser”.

AMAR Y SENTIR




Aprender a amar podría ser una asignatura en las escuelas, al igual que aprender a sentir y reconocer nuestras emociones. 

Al no tratar el tema del amar y el sentir nos toca aprender a base de prueba y error. 

Nos preocupamos intensamente de la formación académica para poder desarrollarnos y tener un trabajo que nos proporcione sustento económico y no dedicamos tiempo a aprender en amar y sentir. 

Y así nos convertimos en analfabetos emocionales pudiendo perder así relaciones de calidad, relaciones personales que apoyadas sobre el amor pueden producir encuentros de corazón, además de sentirnos amados y acompañados en el vivir. 

Llegados aquí, es ya el momento de mirar al ser humano con la inocencia que mira un niño, la sabiduría del anciano que ya ha vivido la vida, la rebeldía del adolescente para hacer lo que siente y rebelarse a lo que siempre se ha hecho, y por qué no, disfrutar desde todas esas miradas la vida como adultos. 

Siento que la vida vista con ojos de amor es una vida distinta, una vida que no utiliza el juicio de valor, una vida que ve belleza en cualquier ser humano, una vida que es empática con todos, una vida en la que nos encontramos y nos alegramos de encontrarnos, una vida en la que compartimos, una vida en la que nos ayudamos, una vida en la que crecemos juntos, una vida en la que nadie es más que nadie, una vida en la que cada uno desarrolla su don, una vida en la que el ser humano que se dedica a producir alimentos es igual al que diseña ciudades, una vida en la que las personas hablan, comparten y son libres. 

Sería fenomenal que el objetivo principal de los centros educativos fuese que cada ser humano pudiese encontrar su propio camino a la felicidad, sería bonito que nuestros centros educativos fuesen lugares de encuentro donde compartir, sería genial que nuestros centros educativos fuesen lugares donde aprender amar y sentir, sería interesante que fuese el alumno el que decidiese hacia donde llevar su vida y en que formarse a través de su propia sabiduría. Sería ilusionante que los alumnos y formadores fuesen con ilusión a compartir. Es imprescindible que no haya miedo dentro de las escuelas y que los formadores inspirasen a los alumnos y que los alumnos inspirasen a los profesores. 

Es y será nuestra escuela de futuro aquella en la que cada uno de nosotros diseñemos nuestro propio camino hacia el amar y el sentir.

VELOCIDAD, PRODUCTIVIDAD Y COMPETIVIDAD POSIBLES ENEMIGOS DE LA SALUD PERSONAL






El ser humano es instruido en inicio desde los centros educativos y luego durante toda su vida para ser lo más productivo posible, con la mayor eficacia y rapidez, dejando atrás o no considerando las emociones, la salud, las relaciones, el amor. 


Somos seres humanos en la rueda social de una civilización industrial en la que por objetivo tiene “producir para consumir” sin tener mucho en cuenta al ser humano, a su cuerpo, a su verdadero sentir, a sus emociones, o a lo que realmente necesita para el encuentro consigo mismo. 

Viviendo así vamos por el camino del desconocimiento y la enfermedad. 

Me pregunto si podemos utilizar nuestra sabiduría con suficiente dosis de rebeldía para sin entrar en lucha con el sistema y la sociedad hacer nuestra vida más consciente, quizá más lenta y darnos lo que realmente necesitamos. 

Me pregunto y me respondo, considero el autoconocimiento como la herramienta que nos dará luz allí donde la necesitamos, siendo conscientes de nuestras verdaderas necesidades y no súbditos de unas necesidades creadas para un colectivo social desde una perspectiva de consumismo. 

Necesitamos dar luz a lo que verdaderamente siente cada uno, a lo que produce en nosotros nuestro trabajo, nuestras relaciones personales, nuestros pensamientos, nuestras creencias y nuestros verdaderos estados de necesidad. 

Así pues, si iluminamos como estamos viviendo, y somos conscientes de que formamos parte de un sistema que persigue la velocidad, la productividad, la eficiencia, el consumo, el cubrir necesidades poco relacionadas en muchas ocasiones con las verdaderas necesidades del ser humano, podremos ser dueños de nosotros, viviendo acordes a nuestro verdadero sentir y evitando traumas relacionados con la salud física y emocional.

CONSTRUYENDO TU CAMINO




Juan era consciente de que, en esto de vivir, todos buscan lo mismo. Nuestra búsqueda está centrada en ser felices. Y también era la de Juan 

Y se preguntaba, ¿cómo lo hago? 

Para él, cada ser humano en función de sus creencias vive la vida intentando ser feliz, y era consciente de que podemos creer que nuestra forma de ver y vivir la vida es la mejor. Lo que no tiene por qué ser es la de todas las personas. ¿Y por qué? Porque no todos tenemos las mismas creencias ni somos iguales. 

Era consciente de que no hay fórmula única de felicidad y que a cada ser humano le valen cosas diferentes, sin este apunte corremos el riesgo de entrar en juicio de valor y juzgar lo que hacen otros. 

Hace ya tiempo que Juan dejó el juicio de valor atrás, entendió que todos los seres humanos buscan ser felices. ¡Por tanto, quien era él para entrar a juzgar! 

La otra pregunta que se formuló en su momento fue: 

¿Qué pasa dentro de las familias y cuáles son sus fórmulas para ser felices? 

Hay ciertas experiencias, convivencias, formas de relacionarse, celebraciones, que se hacen en los clanes familiares que les hacen ser y estar felices. Además, siempre se han realizado así. La respuesta que sintió fue: “esa es su fórmula”. Y se preguntó, ¿cómo yo puedo ser feliz dentro de los clanes? 

También fue consciente de que no todas las familias son iguales ni tienen las mismas creencias. Juan apostó por el autoconocimiento y saber lo que quería y sentía, eso produjo en él una serie de movimientos personales, una búsqueda de hacer lo que le apetecía y sentía en el momento justo que lo estaba viviendo. Transcurridos varios años sabe un poco más lo que quiere y como lo quiere. Ha necesitado de un tiempo para poner en orden su ser, conocerse, sentirse, y sobretodo hacer un trabajo que lo lleve por el camino de la felicidad personal. 

Entendió, que un ser humano que busca su espacio en la vida y en el mundo, no significa necesariamente que esté en contra de otros. En el caso de Juan siempre fue así. 

Juan ha necesitado tiempo para encontrar su propio camino en la vida. Y aún siente que está en camino. 

Por otro lado, no todos los seres humanos tienen la necesidad de realizar autoconocimiento, ni de realizar ningún tipo de búsqueda. Juan da gracias por todos aquellos que no necesitan transitar por estos caminos. En su caso los transitó, y los sigue transitando y para ello ha necesitado de tiempos de soledad, tiempos de formación, tiempos de crisis, tiempos de placer. 

Él da gracias a la diversidad de clanes familiares propios y ajenos que ha producido el enriquecimiento y la patadita impulsora para su búsqueda personal. 

Todo lo que él ha ido haciendo ha correspondido al nivel de consciencia que ha tenido en cada momento, pero siempre en una búsqueda constante de saber lo que él realmente quería. 

La vida que Juan ha elegido lo ha llevado por este maravilloso sendero, por un sendero que a veces transitó solo y otras en compañía de gente consciente y no tan consciente. 

La comunicación entre Juan y seres cercanos se resintió en todas las direcciones por no entender ni Juan ni nadie lo que estaba pasando y trajo consigo pensares/sentires y juicios de valor. Más tarde entendió que era el precio a pagar cuando se está en crecimiento y no se tiene toda la visión. 

Volviendo al inicio del relato, todos buscamos lo mismo, buscamos ser felices y hacemos aquello que pensamos y creemos que nos hace estar y ser felices. Pero también como en el caso que Juan, él ha tenido que realizar un trabajo de crecimiento personal para saber qué cosas le hacen feliz. 

Al camino de Juan hay que darle visibilidad para que cualquier ser humano que necesite transitar su propio camino pueda tener algún tipo de referencia. Cada camino es único, no hay un único camino, ni una única fórmula. Lo que sí que podemos hallar es un estado personal de felicidad cuando empezamos a recorrer nuestro propio camino.

LA VIDA PASA DEMASIADO DEPRISA PARA…





La vida pasa demasiado deprisa para no sentirla. 



La vida pasa demasiado deprisa para no vivirla. 



La vida pasa demasiado deprisa para estar enfadados. 

La vida pasa demasiado deprisa para sentir carencia. 

La vida pasa demasiado deprisa para estar separados. 

La vida pasa demasiado deprisa para no amarnos. 

La vida pasa demasiado deprisa para no quererse. 

La vida pasa demasiado deprisa de estar pendientes de lo físico. 

La vida pasa demasiado deprisa para estar triste. 

La vida pasa demasiado deprisa para estar juzgándonos. 

La vida pasa demasiado deprisa para perder el tiempo en cosas que no nos aportan felicidad. 

La vida pasa demasiado deprisa para estar deprimido. 

La vida pasa demasiado deprisa para no sentirla. 

La vida pasa demasiado deprisa para perderse en creencias que no aporten crecimiento personal y felicidad. 

La vida pasa demasiado deprisa para no saber realmente quien eres, quien soy. 

La vida pasa demasiado deprisa para no sonreír 

La vida pasa demasiado deprisa para no disfrutar. 

La vida pasa demasiado deprisa para no abrazarnos. 

La vida pasa demasiado deprisa para no mirarnos. 

La vida pasa demasiado deprisa si no decides vivirla. 

La experiencia de vivir la vida ha de servirnos para aprender a amarnos y amar a los demás, que ninguna creencia, juicio de valor nos enturbie la mirada dulce del amor puro, ese amor inocente y limpio que tiene un niño y que con el paso de los años parece ir desapareciendo. 

Un abrazo de corazón, un reconocernos, una mirada de afecto nos revoluciona el ser. 

Me pregunto, ¿para cuándo, lo esencia estará por delante de lo que consideramos importante? 

¿Cuándo nos educaremos sin crearnos estados de necesidad y creencias que nos anclen a una forma de vida que nos aleja de la unión y la felicidad? 

¿Cuándo dejaremos de manipularnos creando necesidades vestidas de felicidad para estimular un estilo de vida de constante consumo, competitividad y juicio? 

Siento que es buena hora de tomar nuestras riendas de vida, de crearnos nuestras propias creencias, de sentirnos y de amarnos. 

Me pregunto, ¿no será, “que a veces”, la enfermedad es un reflejo de no estar en total sintonía con uno mismo, con su propósito, con sus habilidades, con lo que quiere nuestro ser? 

No será, que ya es hora de educarnos desde el sentir, y no desde el deber que nos hace ser elementos productivos sin consciencia de una sociedad consumista. 

Quizá sea este un buen momento de vivir desde el propio sentir.