REFLEXIONES EN TIEMPOS DE MIEDO


En estos momentos vivimos una época de miedo. ¿Miedo a morir?, ¿miedo a enfermar?

Y las recomendaciones apuntan al desamor. A la distancia social, al contacto nulo, a las relaciones nulas. 

Me parece peligroso vivir sin amarnos y aislándonos los unos de los otros.

Me pregunto por qué el famoso virus ataca al amor entre seres humanos🙊.

Y me pregunto por el propósito del mismo.

La verdad es que no tengo las respuestas, pero sí me hago las preguntas.

Lo que sí que tengo claro es que este virus nos hace tan pequeños como posiblemente sea él. Nos hace pequeños al no confiar en nuestro organismo, y en nuestro sistema inmune. 

Este virus, ¿está llamando a la puerta interna del empoderamiento personal?, ¿a qué creamos más en nosotros mismos y confiemos?

¿El miedo nos debilita y nos hace creer que necesitamos de algo externo para poder seguir, quizá, sobreviviendo?

¿La vacuna va a ser nuestra salvación? 

¿Qué consecuencias para nuestro organismo y para nuestra vida tendrá la vacuna?, ¿será la que nos permitirá vivir sin miedo?, ¿será la que nos permitirá amarnos?, ¿será la salvación del ser humano?

Las respuestas llegarán a su debido tiempo.

Tengo la sensación de que este virus está llamando a la solidaridad, a la igualdad, a la creación de un nuevo mundo.

¿Qué no será que quiere destruir un mundo donde el egoísmo parece caminar pisoteando el amor? 

La pena es que para caminar hacia un mundo más humano y solidario lo tengamos que hacer con dolor. 

Es mi deseo que el miedo no bloquee el sentir personal, la compasión, la solidaridad, el abrazo a los seres queridos. En definitiva, que el miedo no bloquee el amor, el alimento que da esperanza e ilusión y sentido a la vida.

Buen camino.



 


DEJEMOS DE JUZGARNOS POR ENÉSIMA VEZ


Una vez más repetimos la historia que venimos viviendo desde siempre. Dividimos a las personas en función de lo que opinan y a partir de ahí, empieza el duro juego del juicio sin cuartel.

En estos momentos nos dividimos y juzgamos por lo que hay que hacer con respecto a la situación actual. Una vez realizados los bandos el juego es simple. Un bando culpa al otro y viceversa.

La aparición de este virus nos vuelve a separar, quizá sea este uno de los objetivos, pero una vez más podemos llegar a odiar al que tiene una opinión diferente.

¿Por qué no aprovechar esta ocasión para unirnos frente a lo que es un ataque a la vida?

¿Por qué hemos de buscar culpables?

Es probable que algún día podamos saber más y podamos saber que esto aparece fruto del egoísmo del ser humano. A mí no me gustaría repetir ajusticimientos por discrepar. Me gustaría que aprovechásemos la oportunidad para hermanarnos, escucharnos y dejar de juzgarnos. Y así dar entrada al amor, al amor a todo ser humano.

Llevamos siglos cargándonos a los que dan un discurso diferente al que interesa dar. Jesús de Nazaret fue ajusticiado porque molestaba su discurso de igualdad, amor, y esperanza. Y así hay más seres humanos que han vivido y viven  injusticias.

El juzgar está metido dentro de nosotros, y lo hacemos constantemente. ¿Me pregunto qué emociones alimentan el juicio?

Quizá sean: 
  • Falta de autoconocimiento personal
  • Falta de empatía
  • Falta de escucha
  • Egoísmo
  • Miedo
  • Y más...
¿La falta de amor a la vida estará detrás de lo que vivimos? 😞

Necesitamos sumar, unirnos, que no nos peleemos entre nosotros por pensar y opinar distinto, que nos respetemos, que aceptemos al otro, que integremos una democracia de amor e igualdad. No pretendamos uniformar a todos con nuestra forma de ver la vida o nuestras creencias. Hemos de dar el salto de nivel en el que amemos todo, incluso lo que no nos gusta.

Unámonos todos para dirigir el planeta hacia la igualdad, el amor, la empatía, la solidaridad, el compartir. Donde vivir sea un compartir y no un competir.

Aprovechemos esta nueva oportunidad para no repetir la historia de la humanidad.

LA SENCILLEZ DEL AMOR


El objetivo final de la vida de cada ser humano es amar. Cuando uno se pregunta sobre su propósito de vida, no necesita buscar mucho, solo a de prestarse atención y amarse. Amarse simplemente por ser quien es, sin necesidad de ningún adjetivo calificativo. Solo con "ser" es suficiente. Los complementos, llamados así a las cosas que vamos a realizar en nuestra vida pueden y van a alimentar nuestra capacidad de amar.

El simple sentir o pensar que, yo soy un ser humano al que quiero y amo, colma la experiencia de vivir en la tierra. Si conseguimos llegar a este principio aceptaremos amar a los demás.
El desencuentro con uno mismo es por considerarnos o valorarnos en función de calificativos externos. Por valorarnos en función de etiquetas de formación, etiquetas de raza, etiquetas de cultura, etiquetas de condición sexual, etc...

El amor no conoce de etiquetas ni condiciones. El amor es amor. El amor es aceptación y también valoración.

Nos separamos del amor cuando no aceptamos como somos, cuando no aceptamos quienes somos, cuando nos comparamos con otro ser humano.

El amor integra a la vida. El amor es profundo y ligero a la vez, el amor es sencillo solo requiere de aceptación y presencia en uno mismo. 

El amor a los demás, es una simple mirada de afecto, un simple toque en la espalda, un simple abrazo, un no juzgar o etiquetar. 

El amor solo necesita atención a uno mismo y los demás. Esto es la sencillez del amor. Nada material requiere, pues el amor se saca del interior de uno mismo.

El amor es la vacuna personal a cualquier amenaza externa, sea por virus, por miedo, por error en creencias planetarias.

Qué curioso que el virus de la actualidad ataque directamente al contacto, al beso, al abrazo, a la convivencia. Justamente aquello que empodera al ser humano.

Qué curioso que el virus incremente el miedo, el juicio a los demás, el distanciamento social, y en muchos casos la insolidaridad. 

Qué curioso que el virus nos haga tan pequeños que dejemos de confiar en nosotros mismos y en los demás.

Volviendo a la sencillez del amor, es tan fácil y sencillo que sirve además de vacuna para lo que vivimos en estos momentos en el planeta.

Felices sentires amorosos.