AMARSE




El amor es una emoción de alto octanaje para el ser humano. El amor empieza en uno mismo, al amar todo lo que somos por encima de cualquier creencia, pensamiento, incluso emoción. 

El amor incondicional a uno mismo es nuestro derecho más universal. Nos debemos amar por el simple hecho de estar vivos. 

El amor a uno mismo no ha de depender de nada externo. El amor hay que desligarlo a creencias educacionales que tenemos desde pequeños. A veces nos hemos confundido en que si hacíamos lo que había que hacer teníamos el amor de otros, como por ejemplo de los padres. Así hemos condicionado amor al hecho de hacer lo que se consideraba que se tenía que hacer, ya sea, trabajo, deberes, etc… 

Si el amarse a uno mismo es condicionado de forma inconsciente a realizar tareas, el día que no las hagamos igual nos encontramos que estamos tristes o deprimidos. ¿Hemos dejado de amarnos por no hacer algo? ¿hemos condicionado nuestro amor al hecho de hacer cosas? 

El amor conviene que esté por encima de cualquier capacidad o actividad que seamos capaces de realizar. El amor a uno mismo es nuestro derecho libre de cualquier condición. 

Conviene ser conscientes que tenemos condicionado el amor a nosotros mismo y a los demás. Y eso nos limita en nuestra capacidad de sentir esta emoción que tanto nos beneficia y que tanto nos puede mover. 

Si decidimos amarnos libremente, amando y transcendiendo cualquier pensamiento, creencia u opinión que nos venga, si nos amamos y amamos por el simple hecho de estar vivos y encontrarnos, quizá disfrutemos bastante más de nosotros mismos y cualquier encuentro será un gozo y un festín. 

No necesitamos mucho para amarnos, con dejar el “juicio de valor” que suele acompañarnos desde siempre y tener un sustituto de mejor calidad como es el “juicio de discernimiento” nos permitirá visualizar las cosas con mejor claridad y desde otro nivel de consciencia. Veremos que todos deseamos amarnos y amar, veremos que tenemos secuestrado nuestro amor y el amor a los demás a unas determinadas creencias personales que obedecen a nuestra propia programación recibida desde bien pequeños. 

Hemos de empezar desde la infancia a amar al ser humano por el simple hecho de estar, independientemente de las cosas que haga. Y continuar ese amor en las siguientes etapas de la vida sin condicionarlo a lo que haga o deje de hacer. Hemos de hacer el amor a uno mismo sin esperar reconocimiento ni aprobación. 

Amar tampoco significa que todo vale, los límites han de estar claros para que mientras vamos creciendo o andando por la vida tengamos referencias. Habrá un día que no necesitemos límites, pero de momento si estamos en pañales necesitamos una cama o cuna con barandillas. 

Si tengo un amor de calidad a mí mismo estaré libre de la aprobación de otros, de los juicios de valor, en definitiva, de la opinión de los demás. Y eso libera el amor, libera esta emoción de condicionantes. 

Nos tenemos que decir ME AMO SIN MÁS. ME AMO LIBRE DE CUALQUIER PENSAMIENTO PROPIO O AJENO, ME AMO PORQUE ES MI DERECHO PERSONAL Y UNIVERSAL. 

YO ME AMO. 

YO TE AMO.






LAS CAMISETAS IDENTITARIAS Y NUESTRA VERDADERA IDENTIDAD






La imagen con la que nos identificamos es la camiseta que nos ponemos para reconocernos y que nos reconozcan. 

Nuestra auto definición identitaria nos hace reconocernos cómo:  De derechas, de izquierdas, de los Rolling Stones, del barça, del madrid, cristiano, musulmán, budista, etc… 

Cuanto más nos identificamos con una o unas identidades más aprieta la camiseta, pudiendo convertirse en camisa de fuerza la cual deja poco movimiento al ser humano. 

Por otro lado, el aferrarse identitarimente y creer que nuestra identidad es la mejor y juzgar que otras no las son, trae como consecuencia la separación entre seres humanos. Trae la no aceptación, la disputa, la defensa identitaria, y en la historia de la humanidad la muerte por no identificarse según una identidad dominante del momento. 

No somos suficientemente conscientes de lo que realmente es un ser humano, no somos conscientes que la identidad, con la que un ser humano se siente identificado obedece a factores como: lugar de nacimiento, momento social, clan familiar, clan social, etc... 

Hemos de avanzar como seres humanos hacia una identidad de ciudadanos del mundo. Visualizando a los seres humanos en igualdad y reconociendo el juego de las camisetas y las malas pasadas de que creer que nuestra camiseta o identidad es la válida y las otras no, hemos de reconocer, que la cesión total de nuestra verdadera identidad como ser humano a unas creencias nos une a unos y nos separa de otros.

Hemos de avanzar en la consciencia de que las identidades son como camisetas, y que está bien llevarlas, pero son simplemente camisetas, que cuando hacemos el juego de quitarnolas aparece la verdadera esencia del ser humano. ¿Por qué no jugar a ser un día de una ideología y otra día de otra para sentirse? Quizá así podríamos ver o ser conscientes que el ser humnano es algo más que una identidad adquierida. 

Y me pregunto, ¿hasta cuándo vamos a seguir con el juego del desencuentro entre seres humanos?, ¿cuándo educaremos a nuestros hijos haciéndoles conscientes del juego de las camisetas y sus consecuencias?, ¿cuándo el amor a todos los seres vivos pasará a ser el menú principal en los currículos educativos? 

Nosotros tenemos el potencial de sentir, sentir que nos hace estar y ser más felices y hemos de reconocer que el encuentro, el abrazo, el contacto físico, el amor, la ayuda, la empatía, producen en nuestro cuerpo una vibración que se ajusta como un guante a nuestro verdadero ser. Y también, hemos de reconocer que las camisetas identitarias no producen esos mismos efectos. 

Para terminar con este artículo conviene definir lo que es un ser humano. 

Un ser humano es un organismo formado por más de tres mil millones de células. 

El ser humano contiene emociones, pensamientos, creencias, estados de necesidad. El autoconocimiento da visibilidad a todo esto. Sin autoconocimiento algunas emociones, creencias, y estados de necesidad se pueden convertirse en lastres, dramas y desilusiones. 

Por otro lado, se sabemos que las células tienen conciencia, sienten, vibran y padecen. En función de las emociones que sienta el organismo llamado ser humano. 

“La biología de la creencia”. Dr. Bruce H. Lipton, biólogo celular. 

Elevemos pues la imagen de nosotros mismos, de lo que realmente somos, de lo que realmente nos produce felicidad, estima personal, estima social, estima mundial. Y reconozcamos el juego de las identidades desde la aceptación, y la belleza de que, a través de ellas buscamos todos lo mismo. Aunque sea a través del desencuentro por cesión de identidad a creencias del momento. 

Vivamos la belleza personal de reconocernos más allá de la camiseta que nos ponemos para vivir.



CRECER DESDE LOS CLANES



Los clanes nos ofrecen acogimiento, seguridad, integración, etc… Los clanes son como las madres que nos alimentan, protegen y nos cuidan de pequeños y a veces de no tan pequeños.


A cambio el clan te pide que estés dentro, que te rijas según sus pautas, según sus creencias, según sus ilusiones y según sus estados de necesidad. 

Un clan puede considerarse como un organismo compuesto por diferentes seres humanos. 

El miembro o miembros que necesitan otras experiencias, han de empezar su propio camino hacia su autoconocimiento. Un camino de reconocer quien es, y lo que realmente siente, un camino como todos los caminos con subidas, bajadas y sus zonas llanas. 

Los clanes no son amantes de los cambios, y trabajan para su propia existencia y permanecia. Si el clan siente que es atacado, desde dentro o desde fuera no duba en defenderse o defender. 

Un acto de amor de los clanes hacia todos sus miembros es amar sin pedir nada a cambio. Un acto de amor de los clanes es reconocer la individualidad de cada ser humano y animarle a que haga lo que realmente siente. Un acto de amor de los clanes es no querer imponer sus creencias, sus ilusiones y sus estados de necesidad. 

Un acto de amor de cualquier ser humano en búsqueda de su verdadero sentir y camino es reconocer el clan donde se apoyó. Un acto de amor de cualquier ser humano que decide abandonar un clan es amarlo y amar a cada uno de sus miembros pues con ellos aprendió lo quería y lo que no. Un acto de amor es también dar las gracias. 

La sabiduría de ver y entender que todas las experiencias de vida vividas y que viviremos son para saber de nosotros mismos, son experiencias que necesitamos vivir y sentir para conocernos. Y las personas con las que experimentamos la vida nuestros maestros. 

Al igual que tu ser puede pedirte llegado el momento independizarte de tus padres y crear quizá tu propia familia, también tu ser puede pedirte abandonar un determinado clan. 

El soltarse de lo que te alimenta a nivel físico o emocional, puede traer miedo, sensación de rechazo, de autorechazo, de culpa. ¿Pero quién no ha tenido miedo la primera vez que se ha lanzado a realizar algo nuevo? O ¿Cuántas veces desde dentro de la familia te han desanimado a realizar algo por miedo a lo nuevo? 

Estas emociones son emociones limitantes que dificultan el crecimiento personal y que hay que sentir para posteriormente soltar. ¿Quién no siente miedo la primera vez que va a realizar algo nuevo? Por ejemplo “lanzarse en ala delta”. El miedo está ahí, el que lo vence luego experimenta el placer de volar. 

El soltarse, el soltar venciendo tus propias limitaciones emocionales o de la índole que sean nos va a proporcionar otras experiencias como puede ser “volar”. 

Volar es una experiencia ingrávida y gentil, escrita por Machado a la que todos podemos acceder. 

Y amar es el combustible para volar ingrávidos y gentiles.

EL CAMINO DE ESTHER



Esther es un ser precioso que considera que ha vivido experiencias desempoderantes y que de vez en cuanto la han hecho dudar de sí misma, Esther es una buscadora incansable de su propósito y de su felicidad. 

Esther ya ha vivido bastantes experiencias, ha tenido tiempo para su análisis, ha reflexionado sobre todas ellas y ha interiorizado el aprendizaje que traían. A comprendido que todas y cada una de ellas eran para su crecimiento personal. 

Ella necesita como todo ser humano confiar que anda por el camino correcto, siente miedo ante la posibilidad de equivocarse de camino, pero acaba de caer en consciencia de que no hay camino equivocado que el camino que escoge es el que ella necesita para crecer. Por lo cual se siente feliz al ver que no hay camino bueno ni camino malo. Simplemente son los caminos, son sus caminos. 

Ante esta entrada de consciencia se da cuenta que las experiencias que ella sentía como desempoderantes, fueron experiencias de crecimiento, fueron las experiencias que ella necesitaba vivir. 

Siente que el juicio y el miedo no le dejaban ver, entiende que la dualidad le hacía juzgar sus experiencias como buenas y malas, reconoce que algunas no las disfruto, pues placenteras no le eran, pero ahora desde la perspectiva que le da haberlas andado y el entendimiento de haberlas vivido las valora desde un juicio de discernimiento que le abren todo el aprendizaje que se escondía a sus ojos cuando las estaba experimentando. 

A partir de esta nueva consciencia, se ha propuesto ante cualquier circunstancia de la vida, parar y sentirla, además de tomare su tiempo para reconocer el mensaje que trae. Se ha propuesto no hacer juicio de valor pues sabe que mientras anda la experiencia no tiene toda la información para hacer balance. 

Su rostro se ilumina y su sonrisa asoma al saborear que todo es vida, y que todo lo que tiene que andar es para crecer, para ver más de lo que ve, para aprender amarse, para aprender amar, para reconocer su propósito y visualizar su don. 

Simbólicamente Esther ha adquirido unas gafas de realidad aumentada, unos prismáticos y una linterna que utiliza cuando quiere ver más de lo que en ese momento ve. Lo curioso de esto es que le funciona, con lo cual su ser sube de octavas y disfruta.

Esther está feliz sabiendo que su camino es un camino personal quizá diseñado por ella misma y por su propia sabiduría, para el aporte de todo lo que ella necesita. 

Esther ahora siente felicidad.