LA VIDA PASA DEMASIADO DEPRISA PARA…





La vida pasa demasiado deprisa para no sentirla. 



La vida pasa demasiado deprisa para no vivirla. 



La vida pasa demasiado deprisa para estar enfadados. 

La vida pasa demasiado deprisa para sentir carencia. 

La vida pasa demasiado deprisa para estar separados. 

La vida pasa demasiado deprisa para no amarnos. 

La vida pasa demasiado deprisa para no quererse. 

La vida pasa demasiado deprisa de estar pendientes de lo físico. 

La vida pasa demasiado deprisa para estar triste. 

La vida pasa demasiado deprisa para estar juzgándonos. 

La vida pasa demasiado deprisa para perder el tiempo en cosas que no nos aportan felicidad. 

La vida pasa demasiado deprisa para estar deprimido. 

La vida pasa demasiado deprisa para no sentirla. 

La vida pasa demasiado deprisa para perderse en creencias que no aporten crecimiento personal y felicidad. 

La vida pasa demasiado deprisa para no saber realmente quien eres, quien soy. 

La vida pasa demasiado deprisa para no sonreír 

La vida pasa demasiado deprisa para no disfrutar. 

La vida pasa demasiado deprisa para no abrazarnos. 

La vida pasa demasiado deprisa para no mirarnos. 

La vida pasa demasiado deprisa si no decides vivirla. 

La experiencia de vivir la vida ha de servirnos para aprender a amarnos y amar a los demás, que ninguna creencia, juicio de valor nos enturbie la mirada dulce del amor puro, ese amor inocente y limpio que tiene un niño y que con el paso de los años parece ir desapareciendo. 

Un abrazo de corazón, un reconocernos, una mirada de afecto nos revoluciona el ser. 

Me pregunto, ¿para cuándo, lo esencia estará por delante de lo que consideramos importante? 

¿Cuándo nos educaremos sin crearnos estados de necesidad y creencias que nos anclen a una forma de vida que nos aleja de la unión y la felicidad? 

¿Cuándo dejaremos de manipularnos creando necesidades vestidas de felicidad para estimular un estilo de vida de constante consumo, competitividad y juicio? 

Siento que es buena hora de tomar nuestras riendas de vida, de crearnos nuestras propias creencias, de sentirnos y de amarnos. 

Me pregunto, ¿no será, “que a veces”, la enfermedad es un reflejo de no estar en total sintonía con uno mismo, con su propósito, con sus habilidades, con lo que quiere nuestro ser? 

No será, que ya es hora de educarnos desde el sentir, y no desde el deber que nos hace ser elementos productivos sin consciencia de una sociedad consumista. 

Quizá sea este un buen momento de vivir desde el propio sentir.

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