DICTADURA O TU DICTADURA


Vivimos en una sociedad basada o apoyada en pilares o creencias, las creencias son necesarias para vivir, nadie puede vivir la vida sin creencias.
Creencias que conforman: el tipo de familia, el tipo de sociedad, el tipo de religión, el tipo de persona, etc… 

La dualidad nos posiciona en función de las creencias que nos habiten. La dualidad que no es más que un posicionamiento dentro de una caja de valores, nos hace ver las cosas desde una determinada perspectiva.
Al vivir la vida desde la dualidad podemos reconocer una dictadura externa, algo que no va con nosotros, algo que no nos hace sentir libres, y por tanto, rechazar esa dictadura pasándonos a otro polo para compensar la balanza.
Ese posicionamiento, si no lo hacemos desde el conocimiento, desde el amor y la comprensión podemos crear nuestra propia caja de valores e imponer nuestra propia dictadura que se opone a la anterior. De esa forma vivimos la vida en dualidad y nos vamos de un extremo al otro. 
Para reconocer esto hay que sentir, sentir un polo y sentir el otro, si ninguno de los dos aporta paz, tranquilidad y amor suficiente, significa que las dos son dictaduras. 

Una dictadura te viene del exterior y la otra por contraposición la impones tú desde el rechazo.

Para dar más luz al tema voy a poner un ejemplo.

Supongamos que en una determinada familia (abuelos, hijos, yernos, nueras y cualquiera que ingrese en esa familia) existe la tradición de comer juntos todos los domingos y hay un miembro que no le gusta hacer esto y prefiere hacer otras cosas. No se encuentra a gusto, pero no sabe cómo realizar lo que desea sin molestar a nadie, además a esa persona seguramente nadie le ha preguntado nunca si realmente le apetece comer en familia como manda la tradición. Aquí hay de forma inconsciente una imposición no declarada hacia toda persona que ingrese en el clan familiar y una forma de dictadura muy sutil. Toda imposición, aunque sea de forma inconsciente pasa a ser una forma de dictadura. Un día éste miembro de la familia se revela y decide que se acabó, que ni él ni su pareja, ni sus hijos vuelven a ir a esas comidas familiares que tan poco le gustan, pasando así de una dictadura a su dictadura, las dos imponen a los demás y producen el mismo efecto.

¿Cómo resolver el problema sin caer en dualidad?
La respuesta está en no imponer tu propia dictadura, igual que se te imponía el comer todos los domingos. Desde una perspectiva de autoconocimiento y comprensión a ti y al resto de personas, respetar las creencias de los otros y mirar de utilizar las que mejor se ajustan a tu sentir, a tu corazón y dejar que cada uno haga lo que sienta, que cada uno se sienta libre para hacer lo que su corazón le dicte.
La clave puede estar no dar por supuesto que todo el mundo siente y piensa como piensas tú y desde esa comprensión, preguntar que les apetece hacer y respetarlo.

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