El "vivir desde el sentir" se alimenta de ser educados desde
el sentir nuestras emociones. ¿A qué esperamos para incluirlas en nuestro menú diario?.
Me siento alegre, me siento feliz, me siento triste, me siento abatido, me
siento enamorado, me siento vacío, me siento apagado, me siento...
El que podamos reconocer nuestro estado emocional es una subida de
octavas en el proceso de nuestro autoconocimiento y una dirección para vivir
con más consciencia nuestra viva.
El problema de no haber sido educados a nivel emocional, produce que no
seamos capaces de identificar nuestras emociones y seamos unos analfabetos
emocionales de nuestro propio ser.
Y si además añadimos creencias como:
- Expresar emociones es de débiles.
- Que nadie sepa cómo te encuentras no vayan a pensar algo raro de ti.
- Las emociones para la intimidad.
Junto a las creencias que atacan directamente a nuestros estados
emocionales, les sumamos el no permitirnos abrazar con sentimiento a amigas/os
o compañeras/os por otras creencias asentadas en la sociedad de “no contacto físico”
por haberse sexualizado tanto el cuerpo femenino como el masculino o creencias
de otras épocas anteriores que consideraban pecado solo el pensar en entrar en
contacto físico mediante un abrazo.
Este tipo de creencias han hecho de nosotros que no vivamos nuestras
emociones y producen una carencia emocional, es como si nos faltase un ingrediente
en nuestra dieta emocional.
Por suerte, en los últimos tiempos, cada vez existen más personas concienciadas
de la necesidad de sentirnos, de la necesidad de amarnos, la necesidad de amar
a los demás, la necesidad de expresar amor mediante un abrazo, la necesidad de conocer
lo que sentimos en el fondo de nuestro ser, la necesidad de autoconocerse.
Me pregunto:
¿Es posible que muchos fracasos emocionales de pareja se puedan deber
por no saber sentir?
El no saber sentir, el no amarnos, produce un empequeñecimiento en el
ser humano que nos hace vivir en estado de necesidad.
Mi propuesta es observarse y reconocerse e ir haciéndonos regalos
emocionales.
Así pues, vivir desde el sentirse y sentir a los demás con la mirada de
un niño pequeño que en sus ojos refleja amor.
Gràcies Juanjo per les teues reflexions.
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