LA HISTORIA DE MARÍA



María perdió a su madre a los 9 años, su padre arquitecto de profesión decidió llevársela con su hermana de 10 años allí donde le salía trabajo. María aprendió otros idiomas y conoció otras culturas. María fue auto gestionando su vida, debido al ritmo de trabajo de su padre. Ella aprendía de forma distinta a cualquier niña de su edad. María fue creciendo y se dejaba llevar por su instinto, hacia lo que le apetecía, era flexible, a veces parecía algo inconsciente, y siempre tenía la sonrisa en la boca. 

A sus 26 años decidió estudiar, necesitaba entrar en el sistema, necesitaba trabajar, hasta ese momento había vivido gracias a su padre. 

María tenía un don escribía poesía desde el corazón, siempre temas que tocaban las emociones, pero era tímida y no creía que su poesía pudiera interesar a otros. Su poesía transmitía belleza y un mensaje, un mensaje de su forma de ser. Cuando leía su poesía en clase sus compañeras disfrutaban, ella no acababa de creer que lo que escribía era belleza, que lo que escribía conmovía los corazones pues estaba hablando su corazón a través de su sentir. 

Toda esta belleza quedaba apagada cuando tenía que trabajar con alguna compañera que tuviese un programa distinto, un programa más rígido, un programa más cerca del sentido del deber. María bailaba con el sentido de la felicidad y sobrevivía con el sentido del deber. 

María era juzgada pues en el sistema educativo prima el sentido del deber sobre el sentido de la felicidad. 

A María la juzgaban más sus compañeras que los mismos profesores, ellos también veían donde ella se movía y se sentía cómoda. De vez en cuando a María se le recordaba o se la intentaba aterrizar, pues muchas veces parecía ingrávida, disfrutando de su mundo feliz, de su particular forma de ver la vida, esa vida que ella se había creado. Y que daba la sensación de tomarse la vida de forma poco sería. 

Pero María navegaba entre dos mundos, el mundo del deber y el mundo de la felicidad. A pesar de múltiples intentos de compañeras y profesores de llevarla al sistema de creencias basadas en el sentido de deber, María no perdía la sonrisa y seguía navegando. 

María está encontrando el equilibro, y reconociendo que las personas nos podemos enfrentar pues llevamos programas mentales distintos. Y cada ser humano considera que su sistema de creencias, su programa es el mejor aunque le esté poniendo su vida del revés. 

La historia de María está enriqueciendo la clase, y algunas compañeras se sienten atraídas por la particular forma de vivir la vida de María, en el fondo les atrae que esté feliz, pues ese es el deseo de cualquier ser humano. 

María está encontrando el equilibrio sin perder de vista el norte, vivir desde el sentido de la felicidad. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario