PEDRO Y JUAN Y SU ENCUENTRO


Pedro y Juan aunque mantenían una diferencia de edad de casi 30 años se volvieron a encontrar, Juan estaba cerca de los 50 y Pedro en los 20, Juan deseaba transmitir sus experiencias a Pedro, a modo de querer ahorrarle vivencias, pretendía introducirle en una tarde su historia personal de 50 años, sus creencias, sus aprendizajes, sus conocimientos. Y aunque Pedro se mostraba entusiasmado no podía digerir todo en tan poco tiempo. Juan hacedor de una experiencia, y curtido por la vida por no haber escuchado a su ser, ni a su cuerpo en el pasado, desea que Pedro no tuviera que pasar por los caminos de aprendizaje pesados, quería que cogiese la autopista sin peaje que lo llevaría rápidamente a ese lugar que él consideraba como “el buen lugar”. 

Juan escuchaba y de vez en cuenta decía, “oye, pero eso que dices no me lo acabo de creer”, y Pedro seguía y seguía. 

De vez en cuando Pedro tenía momentos de lucidez y le decía a Juan, oye, que lo que yo te digo es mi verdad, basada en mis experiencias y creencias. No hace falta que me creas, igual esta verdad mía, dentro de un tiempo ha cambiado porque las creencias y las experiencias cambian. Eso producía que Juan respirará aliviado, Juan que ya gozaba de experiencias y su respectivo programa de creencias al igual que Pedro, seguía mostrándose atento e intranquilo pues sus creencias eran removidas por las de Pedro. Y Juan mostraba respeto por el hecho de que Pedro fuese mayor, además con más formación y eso le hacía dudar. 

Pero cada vez que Pedro en momentos de lucidez, le decía no me creas, experimenta tú, él se relajaba y seguía atento y participativo en la conversación. 

Al final de la conversación los dos aprendieron. Los dos se dieron cuenta de que son maestros y ninguno de los dos tiene las mejores creencias. Aprendieron que hay creencias de mayor perspectiva y que te hacen ver y generar tu vida con mayor grado de felicidad. Aprendieron que las experiencias no se pueden ahorrar, que cada uno vive las que necesita para crecer en la dirección que su alma desea. Aprendieron que la diferencia de edad no es relevante para saber lo que uno desea para su ser. 

Juan reconoció que Pedro tenía buenas intenciones y que escuchando, igual algún día podría aprovechar alguna experiencia que Pedro le había comentado, y Pedro aprendió a escuchar y no pretender cambiar nada ni a nadie, y fue consciente de que solamente puede cambiarse él mismo en función de su sentir.

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