EL ADOLESCENTE Y EL ADULTO COCREADORES DE UNA NUEVA REALIDAD

El adolescente hace las veces de oveja negra en las familias. Es el encargado de cruzar los límites establecidos por los respectivos clanes. Están ahí para mover, para tocar algo del clan que no se quiere tocar, para romper lo establecido como definitivo.
Si analizamos la historia de la humanidad podremos observar que todo es cambiante, que nada es para siempre. 
Por tanto, necesitamos de adolescentes para que muevan a los clanes de sus respectivos aposentos, necesitamos de la rebeldía para dar pataditas cuando el adulto intenta acomodarse.
Es una forma impulsora de crecimiento personal, quizá poco valorada y bastante maltratada. Pues cuando el adulto establece sus leyes y planta sus creencias como las que han de ser, que venga alguien a cuestionar o decir ¿Por qué? golpea directamente las bases del adulto. 
Los dos personajes son necesarios para el avance, pues el adolescente necesita al adulto lo mismo que el adulto necesita al adolescente. 
El adolescente necesita la experiencia del adulto y el adulto la rebeldía e inconformismo del adolescente. Quizá ellos dos unidos, respetándose, escuchándose, mirándose de igual a igual, puedan dar lugar a una nueva forma de relacionarse. Una nueva forma de caminar, una nueva forma de crear la vida.
¿Por qué no pensar que necesitamos de los dos personajes, al igual que las dos piernas para andar (derecha e izquierda)? ¿Por qué no pensar que si no estuviésemos polarizados en un mundo dual y buscásemos el encuentro, avanzaríamos más y mejor?
Sin olvidar ninguna etapa, no menos importante como la infancia o la madurez. Ellos representan la imaginación y la experiencia. También poco valoradas. 
La democracia necesita de adolescentes y adultos que se miren de igual a igual y se sientan partícipes de crear una sociedad consciente, despierta y con el deseo de crecer en armonía, igualdad, y amor.

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